LA LUNA, NUESTRO SATÉLITE NATURAL

La Luna es el único satélite natural del planeta Tierra y juega un papel fundamental en la sustentación de la vida en el planeta.

La Luna, nuestro satélite natural.

A pesar de ser la luna el objeto que más brilla en la bóveda celeste después del sol, en realidad es bastante oscura. La luz que esta emite es producto a la reflexión de la luz solar en su superficie. Nuestro satélite natural siempre ha jugado papel importante en el desarrollo cultural de la humanidad. Se ha visto representada en el lenguaje, en el calendario, además de servir de inspiración para el arte y la mitología.

La realidad es que el planeta Tierra no sería el mismo sin su inseparable compañera, y como es lógico la vida no podría existir. En este artículo encontrarás las características de este cuerpo celeste que lo hacen de un valor incalculable para la humanidad.

Posición relativa y movimiento de la Luna

Nuestro satélite natural siempre ofrece el mismo lado hacia la Tierra. Esto se debe a que la rotación sobre su eje está sincronizada con la traslación alrededor de la Tierra. Por ejemplo, cuando un automóvil da vueltas alrededor de una rotonda, siempre el mismo lado del carro queda hacia la rotonda.

Debido a la rotación de la Tierra, nuestro satélite natural, al igual que el Sol sale diariamente por el Este y se pone por el Oeste. No obstante, pero cada día sale como promedio unos 51 minutos más tarde por su movimiento real alrededor de la Tierra.

Características físicas de la Luna

Vemos la Luna de un tamaño como el Sol, pues está casi 400 veces más cerca, pero es más pequeña. La Luna tiene un tamaño casi 4 veces menor que la Tierra en diámetro y unas 80 veces en masa. Por esta razón no puede retener gases para formar atmósfera ni agua en estado líquido. Sólo hay indicios de agua en forma de hielo en las sombras permanentes de unos cráteres del polo sur. Estoque puede ser vital para la futura construcción de bases.

Debido a su cercanía ejerce una acción gravitatoria, y provoca las mareas sobre la Tierra. La superficie de esta es además muy irregular presentando numerosos cráteres, circos y los denominados mares de tonalidad más oscura con menos irregularidades.

Las fases de la Luna

Debido al movimiento de rotación sobre su eje y al movimiento de traslación alrededor de la Tierra, el aspecto de la Luna cambia diariamente. Vemos como la parte iluminada por el Sol va aumentando o va disminuyendo.

La parte iluminada de la Luna corresponde a las zonas de su superficie donde es de día, mientras que en las zonas oscuras es de noche. Si estuviéramos en la Luna, también observáremos así a la Tierra con una parte iluminada (de día) y otra oscura (de noche). En ambos astros las zonas que limitan la parte iluminada y la no iluminada corresponden a un amanecer o a un atardecer, con la diferencia que en la Luna no hay crepúsculos, pues no tiene atmósfera. Este incremento o decremento de la parte luminosa que es visible de la luna desde nuestro planeta recibe el nombre de fases. Existen cuatro fases bien definidas del movimiento lunar: Cuarto Creciente, Luna Llena, Cuarto Menguante y Luna Nueva.

Cuarto Creciente

Si al atardecer observamos nuestro satélite natural con una pequeña franja iluminada que en los días siguientes va aumentando, estamos observando cómo avanza por la superficie de la Luna un amanecer. Este movimiento e incremento de la franja de luz es indicativo de que la Luna está en fase de cuarto creciente.

Luna Llena

Días después de verla completamente iluminada, al observarla tarde en la noche y en la madrugada cuando se va reduciendo la zona iluminada observamos cómo avanza por la superficie de la Luna un atardecer lunar. Al observar desde la superficie de la Tierra en un atardecer vemos nuestro satélite natural completamente iluminada salir por el Este, del lado opuesto al Sol. En este momento decimos que está pasando por la fase de Luna llena y es de día en todo el lado de la Luna que podemos ver desde la Tierra. En esta fase la Tierra está situada entre ambos astros y pueden ocurrir los eclipses de Luna.

Cuarto Menguante

Si al amanecer la Luna está alto en el cielo con la mitad iluminada por el lado que da hacia el Sol (Este), está pasando por la fase de cuarto menguante. En los días siguientes, al amanecer vemos cómo la Luna se va acercando al Sol y la parte iluminada se va reduciendo hasta desaparecer.

Luna Nueva

Durante la fase de luna nueva es de noche en todo el lado de la Luna que podemos ver desde la Tierra y es de día y está completamente iluminado por el Sol el lado que nunca vemos desde la Tierra. En este instante la Luna está cerca del Sol en el cielo, es la fase de Luna nueva. Durante esta fase nuestro satélite natural está entre la Tierra y el Sol y pueden ocurrir los eclipses de Sol.

¿Cuándo vemos la Luna de día?

Desde la fase de cuarto creciente y en los días que siguen es visible por las tardes hacia el Oeste hasta llegar a la fase de Luna llena cuando la Luna sale por el Este al atardecer. Al siguiente amanecer usted podrá observar lo contrario, cómo la Luna se pone por el Oeste mientras el Sol sale por el Este. En días posteriores esta se pone cada vez más tarde y la observará en horas de la mañana hacia el Este hasta llegar a la fase de cuarto menguante.

Observe que, en unas 12 horas, del atardecer al amanecer en Luna llena cuando la Tierra está entre al Sol y la Luna, usted observa a estos astros en posiciones opuestas. Esto constituye una evidencia de la rotación de la Tierra sobre su eje, pues 12 horas es el tiempo necesario para que haga la mitad de un giro completo.

Los Eclipses

Son fenómenos naturales sujetos a las leyes de la Mecánica Celeste que rigen el movimiento de los astros y pueden predecirse con gran anticipación y exactitud. Los más conocidos son aquellos en los que intervienen el Sol, la Tierra y la Luna. Pero, también se producen eclipses en otros planetas y satélites del Sistema Solar.

Ya desde época de los Caldeos se sabía que los eclipses, tanto los de Sol como los de Luna, volvían a ocurrir a intervalos regulares. El período más significativo es el llamado Saros y comprende 223 meses lunares, o sea 18 años y 11,3 días. Durante un saro ocurren como promedio 71 eclipses: 43 de Sol, incluyendo 28 totales o anulares; y 28 de Luna (13 de ellos totales).

La Luna orbita alrededor de la Tierra en un período de 27,3 días. Este valor es si tomamos como referencia a una estrella lejana (mes sidéreo), o 29,5 días como promedio sí utilizamos al Sol como referencia. Este último lapso es el llamado mes lunar y corresponde al tiempo promedio entre dos Lunas Nuevas consecutivas, aunque puede apartarse hasta medio día de dicho valor.

Aunque la ocurrencia de eclipses solares supera a los de la Luna en proporción de 4 a 3, la probabilidad de observar estos últimos es mayor. Esto es posible ya que son visibles en todo el hemisferio terrestre que está frente a la Luna durante el fenómeno. Por el contrario, los eclipses solares abarcan un área mucho menor y en particular la totalidad sólo es visible en una estrecha franja cuyo ancho no sobrepasa los 270 km.

Eclipses de Luna

Para que se produzca un eclipse de Luna tienen que hallarse los tres astros casi en línea recta. La Tierra tiene que estar interpuesta entre el Sol y la Luna (fase de Luna Llena). Cuando la Luna se introduce parcial o totalmente en el cono de sombra que proyecta en el espacio nuestro planeta, ocurre el eclipse de Luna.

Debido a la inclinación de 5,9 grados que presenta el plano de la órbita lunar con relación al plano de la órbita terrestre, las condiciones para que se verifiquen eclipses lunares de cualquier tipo sólo ocurren cada seis lunas llenas. Lo más frecuente es que la Luna pase por debajo o por encima del cono de sombra. Un eclipse total de Luna comienza siempre como eclipse penumbral. Continúa como eclipse parcial a medida que nuestro satélite natural penetra en los conos de penumbra y de sombra de la Tierra respectivamente. Por último, cuando la inmersión en el cono de sombra es completa, se inicia el eclipse total.

Observación del eclipse lunar

Aunque parece lógico suponer que en la totalidad del eclipse la Luna debe hacerse inobservable al verse privada de la luz del Sol, esto ocurre rara vez. La luz solar pasa rasante por zonas de la superficie de la Tierra que están en crepúsculo. La atmósfera de la Tierra actúa como un prisma refractando y desviando parte de la luz hacia el interior del cono de sombra y llega a la Luna de tonalidad rojiza debido a que la atmósfera absorbe las radiaciones azules y violetas. Además, la nubosidad en la baja atmósfera y la transparencia a niveles altos determinan en gran medida la tonalidad que muestra la Luna durante la fase total del eclipse.

Si bien el estado de la actividad solar pudiera corresponderle alguna influencia, parece demostrado que el efecto principal se vincula a la transparencia de la zona de la atmósfera de la Tierra atravesada por la luz solar durante el eclipse. Casi todos los eclipses totales de Luna notablemente oscuros que registra la historia, han ocurrido meses o inclusos algunos años después de grandes erupciones volcánicas que han lanzado a la atmósfera enormes cantidades de polvo y cenizas.

Eclipses de Sol

Cada 29 ½ días, la Luna pasa entre la Tierra y el Sol, es la fase de Luna Nueva. Por tanto, está oscuro el lado que ofrece hacia la Tierra. No podemos verla, pero está cerca del Sol en el cielo. Frecuentemente la Luna pasa por un plano superior o inferior y no queda exactamente interpuesta entre la Tierra y el Sol. Esto hace que no siempre ocurre un eclipse. Pero en dos ocasiones durante el año (a veces en tres), separadas por algo más de cinco meses y medio, la alineación es casi perfecta. Esto provoca que la sombra de la Luna se dirige hacia la Tierra, dando lugar a un eclipse de Sol.

El diámetro aparente de nuestro satélite natural es similar al del Sol, a pesar que la Luna es unas 400 veces menor que el astro rey. Esto se debe a que ella está entre 368 a 419 veces más cerca, de forma tal que la distancia de la Luna a la Tierra varía durante el mes lunar desde 356 400 hasta 460 700 km a causa de la elipticidad de su órbita alrededor de la Tierra.

Tipos de eclipse solar

Debido a que el cono de sombra de la Luna posee una longitud promedio de 373 500 km, según la distancia a que esté la Luna de la Tierra, al situarse los tres astros en línea recta con la Luna entre el Sol y la Tierra, la Luna puede llegar a cubrir completamente al Sol. Provocando un eclipse total de dicho astro o, en otras ocasiones, dejando un anillo brillante alrededor del astro rey. Este último fenómeno se conoce como un eclipse anular.

Siempre a ambos lados de la zona de totalidad o anularidad, y en una extensión de unos 3000 km se observa como eclipse parcial. Durante muchos siglos, los eclipses, sobre todo los del Sol, infundieron terror a los seres humanos. No pocos se aprovecharon de ello para propagar ideas anticientíficas y obtener beneficios a costa de la ignorancia de las personas carentes de instrucción. Todavía subsisten algunas creencias infundadas sobre los efectos supuestamente nocivos de estos fenómenos.

Como se ha explicado, los eclipses tienen un origen puramente físico y su causa radica en el movimiento de los astros. El único peligro conocido consiste en observar el Sol sin que os protejáis la vista. Ya que, la alta intensidad de la luz puede causar quemaduras graves e irreversibles en la retina. Pero esto puede sucederle a quien mire el Sol directamente cualquier día, haya o no eclipse.

La importancia de nuestro Satélite Natural

Nuestro satélite natural cumple funciones muy importantes en su interacción con el planeta tierra. La atracción mutua ejercida entre estos los dos cuerpos es la causa de la ocurrencia de las mareas. Este movimiento de las masas de agua del planeta contribuye a la oxigenación y dinámica de las comunidades animales que lo habitan.

Además, esta se encarga de regular el ángulo de inclinación del planeta y de su velocidad de rotación. Esto posibilita la sucesión de las estaciones y la regulación del clima global.

Artículos relacionados que te podrían resultar interesantes

Deja un comentario